La silueta anatómica o antropomórfica se fue cocinando a fuego lento. El hombre lleva mostrando sus piernas en calzas y pantalones desde el siglo XIV, pero la mujer no lo hizo hasta bien entrado el siglo XX. El reconocimiento de esta silueta ha ido parejo a la historia de la emancipación social de la mujer. Durante el siglo XIX, encontramos vestigios de la silueta anatómica en el traje sastre o de amazona y también en las iniciativas de activistas como Amelia Bloomer y su propuesta de traje pantalón para montar en bicicleta. Los movimientos obreros y la incorporación de la mujer al trabajo junto con la inclusión del deporte como ocio femenino irán consolidando, tras la I Guerra Mundial, esta silueta entre las mujeres más vanguardistas. Actrices como Marlene Dietrich o Katherine Hepburn serán referencia en estos momentos.